El BDSM (o lo que involucra) es una manera más de vivir y expresar la sexualidad, que no se debe ver con morbo o desagrado, a través de juegos de rol, lo cual puede ayudarte a conocer y explorar diversas formas de sentir o brindar placer; pero hay que destacar que un punto muy importante para que se logre dicho disfrute es que su práctica conlleve el consentimiento de las partes involucradas.
¿Qué es el BDSM?
Sus siglas hacen referencia al Bondage, Disciplina, Sumisión, Sadismo y Masoquismo.
Bondage: Vínculos jerárquicos opuestos (complementarios) que, en prácticas eróticas, implican ataduras o la restricción del movimiento a fin de dar o recibir placer.
Disciplina: Castigos o Reglas que se imponen antes o durante la práctica erótica.
Dominación: Actividades que ejerce quien adoptó el rol dominante sobre la persona que eligió el rol sumiso.
Sumisión: Prácticas en las que la persona sumisa queda bajo las órdenes de la persona dominante.
Sadismo: Actividades en las que el placer se genera causando dolor, incomodidad o humillación.
Masoquismo: Prácticas en las que se obtiene placer recibiendo dolor, incomodidad o humillación (sería lo contrario/complementario al sadismo).
¿Por qué es importante el consentimiento en el BDSM?
Cualquier práctica erótica del BDSM, más allá de la generación del placer, prioriza un cúmulo de experiencias consensuadas porque si bien dentro del juego una persona ejerce el rol dominante y otra se somete a sus órdenes, debe haber acuerdos previos en los que ambas partes, en igualdad, puedan definir puntos que se respetarán durante el encuentro (o los encuentros).
El consentimiento implica, a grandes rasgos, un acuerdo voluntario para aceptar derechos y obligaciones. Por ende, el consentimiento y el respeto son claves en el BDSM, razón por la cual previo a participar en alguna actividad se sugiere que lxs involucradxs tengan una conversación abierta a fin de establecer límites (sí, porque una persona sumisa puede decir “no” a hacer algo con lo que no se sienta cómoda), castigos, recompensas e incluso para establecer la famosa “palabra de seguridad” (también puede ser un gesto o guiño), que la persona sumisa utilizará en caso de querer detener la actividad.
Hay que recordar que no todas las prácticas son para todas las personas y no se debe presionar a nadie. Además, el hecho de que todas las personas involucradas estén “en consenso” respecto a lo que sucederá durante el encuentro provocará que el disfrute sea pleno.