Salidas

¡Así se vivió la noche de Halloween en Babel!

Fiesta de Halloween. ESPECIAL
Por:  Fausto Salcedo

El cielo nocturno estaba limpio, con nubes apenas, y con una luna llena, la última de octubre, tan resplandeciente como una perla en el centro del firmamento. En la noche helada de Guadalajara se respiraba un hálito y una vida inusual. Por las calles del Parque Rojo, del Centro Histórico, de Federalismo, de Juárez, transitaban grupos en una noche del año donde la vida permite ser otro, donde se puede ser distinto, donde se puede explorar las posibilidades del ingenio; catrinas, vampiros, vaqueros, brujas, superhéroes, astronautas, emperadores romanos. Las risas, las conversaciones, y las palabras de júbilo volaban en el viento, arrastrando a la muchedumbre a un lugar común.

Todos se dirigían a Babel. Guadalajara, como ciudad de la noche, no carece de lugares de fiesta: pero pocos o ninguno ofrecen lo que conjuga Babel. El edificio es enorme, acondicionado para sus necesidades, con tres pisos donde hay escenarios, música y ambiente distintos, y con la característica inexplicable de que, al entrar a un nuevo cuarto, encontrarás un panorama por completo distinto al que acabas de dejar, pero dentro del mismo sitio. En el último piso de Babel, en la terraza, es posible atisbar el Centro Histórico bajo la noche, las estrellas radiantes de octubre, las torres de la Catedral resplandeciendo en la distancia como un oro remoto.

La noche del 28 de octubre, la fila atravesaba toda la calle de Morelos hasta la esquina con Pavo, donde decenas y decenas de personas aguardando su turno por entrar al edificio de Babel, cuya música interna hacía palpitar la calle. La noche se respiraba como algo vivo dentro del establecimiento, y en sus recintos atravesados de telarañas transitaban todos los alcances de la imaginación: ángeles y demonios, geishas, cadáveres andantes, despojos sangrantes, sirenas, femme fatales ataviadas de cuero y de látex hasta el cuello. Una gorgona drag miraba a la muchedumbre desde uno de los apartados. “Él”, de las “Chicas Superpoderosas”, perreaba hasta el suelo. Los tres ratones ciegos de “Shrek” deambulaban por los recintos saludando a todo mundo. Un ángel y un demonio se besaban en un apartado oscuro, en la comunión del sacrilegio. Los disfraces conferían de empoderamiento a quien lo portaba, en un sitio donde todos podían ser ellos mismos o podían descubrirse de un nuevo modo; no había juicios, no había críticas, sino una invitación a la comunión que solo permite la música y la fiesta.

Para David Hernández, que iba vestido como Spider-Man, esta es una de sus noches favoritas en el año, y no es la primera ni la última vez que vendrá a Babel para las celebraciones de Halloween. “Ningún otro lugar de Guadalajara se pone así”, afirmó, antes de perderse entre la muchedumbre con dos cervezas en la mano. Para otras personas, como Fernanda Velásquez e Iván Viruete, que iban como los protagonistas de Hombres de Negro, fue la primera vez en la vida que visitaban Babel, pero están seguros de que regresarán el año entrante. “Nos gusta mucho que haya tres pisos, que tengan música distinta”, aseguraron. “Está muy bueno el ambiente”.

La noche continuó sin contratiempos. La música no permitía anticiparse a nada: música disco, tecno, reguetón: música tan distinta, pero con la virtud de que todos la conocían, todos la cantaban, todos la escuchaban, con el lenguaje común que solo la música permite. Las risas, los besos, las conversaciones, e incluso el llanto, todo confluía en virtud, en comunión bajo la luna, bajo las estrellas, en la noche de los espantos. El baile se prolongó hasta el amanecer. 

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