Para este punto todos hemos escuchado la polémica que gira en torno a ciertos contenidos en los libros de educación pública de la SEP.
Las opiniones son diversas, pero en estos días escuché un juicio de valor bastante peculiar que me hizo querer escribirles al respecto. Fue interesante que dicho comentario no vino de un punto o lugar aislado, sino que lo escuché en la radio. El locutor de la estación lo dijo no como una opinión propia, pero sí como un comentario generalizado, una visión popular del tema. Mencionó que “los nuevos libros de la SEP traen dentro suyo un adoctrinamiento ILEGAL para las nuevas generaciones”. Yo no pude más que reírme de tal afirmación y no a modo de burla, sino porque es absurdo.
Por ello, en esta ocasión quiero compartirles lo que la palabra ADOCTRINAMIENTO significa:
“Se entiende por adoctrinamiento la acción de instruir determinadas enseñanzas, ideas o creencias en los individuos.
El término adoctrinamiento deriva de la palabra adoctrinar, que se refiere a la acción de inculcar o alinear a una o más personas con respecto a ciertas creencias o principios con una finalidad en particular…”
Las personas dicen, entonces, que informarles a los niños sobre las diferentes formas que existen para relacionarse afectiva y emocionalmente es ADOCTRINAMIENTO pero, por otro lado, promover de forma masiva el precepto de que las relaciones afectivas entre las personas son de UNA, y sólo UNA manera, y que cualquier forma que sea distinta es absolutamente reprobable, incorrecta o incluso indecente, es darles una buena y apropiada educación, ¿cierto? A mí me confunden un poco.
Luego llegó el golpe de gracia: “Los libros ahora les enseñan a hablar MAL”. En esto sí que puedo entrar con todo porque, adivinen qué, soy Lingüista. Estas personas se atrevieron a decir que la enseñanza formal de la lingüística es sobre cómo se HABLA MAL… Ni siquiera voy a hacer la explicación completa, sólo les voy a hacer la misma pregunta que un lingüista de las redes sociales hizo en un video: Reto a cualquiera que me explique con argumentos, estrictamente lingüísticos, por qué es incorrecto decir, por ejemplo: “DIJISTES” o “HAIGA”. Los leo.
La concepción de que ciertas palabras son correctas y otras incorrectas se fragua desde la discriminación e incluso el clasismo hacia ciertos grupos sociales que suelen utilizarlas con más frecuencia. Esa es la realidad.
Sólo me queda agregar que la gente tiene derecho a cuestionarlo todo. De hecho, es algo que considero fundamental, pero el cuestionar implica investigar y hacer una comparación de datos, además de tener una mente abierta y suficiente criterio cómo para aceptar que tal vez nuestra percepción estaba sesgada o equivocada. Ese, considero, es el punto de partida.