Opinión

¿Por qué salir del clóset no implica tener plena autoaceptación?

Por:  Diverso

En términos simples, la autoestima es el aprecio o consideración que unx mismx tiene hacia su persona. Podría sonar simple, pero suele ser un tema bastante espinoso. Ya sea por una cuestión estética, de personalidad o hasta hablando de una posición social, pocas son las personas que llegan a tener un genuino aprecio por sí mismas.

Ahora, si agregamos el hecho de pertenecer a la comunidad LGBT+, esto aumenta la dificultad de la ecuación, ¿Por qué? Porque la cultura y nuestros círculos afectivos influyen, de manera implícita, en lo que deberíamos apreciar o no de nosotrxs.

Frases como “eres muy amable” o “qué divertidx eres”, van formando nuestro repertorio de cualidades aceptadas (y apreciadas), ya que con ellas nos relacionamos satisfactoriamente con la sociedad y, por el contrario, frases como “eres muy ruidosx” o “lloras mucho” se vuelven parte del repertorio de rasgos de personalidad que no acepto en mí porque me apartan de los demás y, por lo tanto, reducen el aprecio que tengo hacía mi persona.

Por tanto, si culturalmente la homosexualidad no se acepta, yo tampoco la acepto, así de sencillo. Erróneamente se cree que salir del clóset implica plena autoaceptación; sin embargo, no implica más que un mero reconocimiento. Por ejemplo, yo puedo aceptar que tengo sobrepeso, pero no por ello estar a gusto con eso o amarlo.

Claro está que aceptar algo quita un gran peso de encima y si, sumado a ello, nuestras personas cercanas nos apoyan, podemos estar más satisfechos. No obstante, suelen ser los familiares quienes tienen mayor resistencia sobre el tema. ¿Por qué? Porque se rompen las expectativas que tenían sobre nosotrxs: una boda en la iglesia, hijxs biológicxs, poder presentarnos con nuestra pareja en eventos sociales sin ser señalados, etcétera.

Parecen cosas sencillas, pero son parte de la interacción natural que se tiene con los seres cercanos; y muchas veces lo que termina sucediendo es que hay personas en la familia que lo saben abiertamente y otras que no, y como muestra está la frase de: “No le digas nada, es que no va tomarlo bien”, y ahí andamos nosotrxs “escondiendo eso” como si fuera un sucio secretito.

No necesariamente pienso que la solución sea gritarlo pero, como he venido mencionando, el sentirlo como una cualidad no aceptada va provocando un efecto de “humedad” en la propia percepción que, por más sutil que sea, termina debilitando las paredes de nuestra autoestima.

En estos casos, creo que más allá de si ya salí del clóset o si mi familia lo sabe, acudir con algún profesional de la salud puede ayudarnos a trabajar con aquellas cuestiones inconscientes con las que nos enfrentamos y que nos hacen sentir que determinado rasgo propio no es ni será bien visto o apreciado.

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