Muchas personas prefieren utilizar gafas en vez de lentes de contacto debido a una serie de dudas en torno a su forma de uso y seguridad. Es por ello que, de la mano de un especialista, aclaramos los mitos más comunes para, de una vez por todas, perder el miedo a utilizarlos.
“Producen resequedad”
"Hay algo de cierto en ello. En el pasado, los lentes de contacto tenían un contenido de agua que, al ponerlo en el ojo, se iba perdiendo; por lo tanto, esto afectaba la lágrima y producía esa sensación de resequedad. Sin embargo, estos han incorporado nuevas tecnologías para mantener más estable la lágrima", señala Luis Villar Saldaña, colaborador del área de Educación Profesional y Desarrollo para Johnson&Johnson.
También se debe considerar que hay pacientes con problemas de resequedad ocular grave que, por dicha condición, no van a poder utilizar este tipo de dispositivos. Además, las gotas lubricantes deben aplicarse bajo prescripción médica y no solo por utilizar lentes de contacto.
“Pueden perderse en el ojo”
Se tiene la creencia de que estos dispositivos pueden moverse e irse detrás del ojo. No obstante, especialistas aseguran que es imposible. "La parte blanca del ojo, a la cual llamamos esclera, tiene un recubrimiento de un tejido transparente conocido como conjuntiva. Esta empieza donde se pone el lente y termina en la parte interna del párpado, por lo que no hay forma de que eso suceda", menciona el optometrista. En ocasiones, al tallarse fuertemente los ojos, la misma fricción hace que el lente de contacto se mueva, se vaya para arriba, se doble y uno mismo lo saque de la cavidad. De ahí que la recomendación sea no frotar intensamente esta zona.
“Causan problemas oculares”
La presencia de infecciones está ligada principalmente al uso incorrecto de lentes de contacto, más que a utilizarlo. Para evitar la aparición de problemas, deben reemplazarse en el tiempo indicado por el especialista, además de llevar a cabo las medidas de higiene básicas, como lavarse las manos antes de colocárselos. "Si el lente va a usarse más de un día, hay que lavarlo, limpiarlo y desinfectarlo. Se vuelve inseguro cuando no se utiliza adecuadamente. A pesar de ello, la probabilidad de infección por mal uso es muy baja: de uno entre 500 mil casos", dice el optometrista Luis Villar Saldaña. Una mala higiene aumenta el riesgo de sufrir conjuntivitis, por ejemplo.
“Impiden que entre aire al ojo”
Las nuevas tecnologías en lentes de contacto dejan pasar alrededor del 98 por ciento de oxígeno que requieren los ojos. "La córnea, el tejido transparente en la parte delantera del ojo, no tiene vasos de sangre, pero sí otras vías de alimentación. Es por ello que toma oxígeno del ambiente para su metabolismo, por medio de la lágrima.
En condiciones normales, cuando estamos despiertos, la córnea está respirando. Sin embargo, cuando dormimos, solo obtenemos un siete por ciento de la oxigenación y requerimos aproximadamente del 21 por ciento", explica Villar Saldaña. Es por ello que, al despertar, podamos sentir una ligera borrosidad que suele quitarse en 15 minutos.
“Son difíciles de cuidar”
Los protocolos de mantenimiento para lentes de contacto se han simplificado con el paso de los años, por lo que hoy en día existe una variedad de soluciones únicas, productos que incluyen componentes para enjuagar, limpiar, desinfectar y humectar estos dispositivos. Su objetivo es incrementar el confort en los ojos y minimizar el riesgo de infecciones.
Tener una correcta higiene forma parte de los hábitos cotidianos que deben llevar a cabo los usuarios.
Con información de agencia SUN
JN