En Estados Unidos, la censura de libros se está convirtiendo en una amenaza creciente desde la esfera política conservadora, según los últimos informes de organizaciones en defensa de la libertad de expresión del país.
Como ejemplo de ello, en 2022 la Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) registró un total de mil 269 intentos de censura de libros y otros recursos, cifra que casi duplica la del 2021 y que marcó, además, un récord en los veinte años que la organización lleva recopilando estos datos.
Análisis
Curiosamente, del total de textos que intentaron censurar, dos mil 571 fueron escritos por personas de la población LGBT+ o de raza no blanca, "con historias que alteran el statu quo y ofrecen perspectivas frescas en cuestiones difíciles", dijo el día de ayer la asociación, que publicó su informe anual y una lista de los textos más frecuentemente atacados.
El aumento de esas cifras, alerta, es:
"Prueba de un movimiento político conservador creciente y organizado cuyas metas incluyen eliminar libros sobre raza, historia, identidad de género, sexualidad y salud reproductiva de las bibliotecas públicas y escolares de Estados Unidos que no cuentan con su aprobación".
“Disputas” contra libros
Según un gráfico del informe, el 30 por ciento de las acciones para que se retiraran libros fueron iniciadas por padres o madres, el 28 por ciento por clientes (contribuyentes de las instituciones) y, en tercer lugar, el 17 por ciento por grupos políticos o religiosos.
La directora de la Oficina de Libertad Intelectual de la ALA, Deborah Caldwell-Stone, señala en el informe que "grupos conservadores" están usando las redes sociales para distribuir listas de libros a sus seguidores y que emprendan una "disputa colectiva que puede vaciar las estanterías de una biblioteca".
Además, advierte que no solo son los libros objeto de "ataques orquestados por grupos de padres conservadores y medios de la derecha", sino que durante esos cuestionamientos, los trabajadores de bibliotecas escolares y públicas están siendo increpados y acosados, por internet y en persona.
Legislar para la restricción
La ALA ha impulsado una iniciativa llamada United Against Book Bans (Unidos contra el veto a los libros), desde la que invita a la sociedad a organizarse por la libertad de expresión, entre otras cosas, obteniendo prestados los libros "en riesgo de veto".
De hecho, la Biblioteca Pública de Nueva York, con numerosas "sucursales" en todos los barrios de la ciudad, ya ha recogido la idea y desde hace tiempo promociona públicamente la lectura y préstamo de los libros vetados en otros estados del país dominados por fuerzas conservadoras.
Con información de agencia EFE