La idea protegerse durante el sexo viene desde hace muchos años y, en este sentido, los preservativos (específicamente los condones) han jugado un papel importante.
Antecedentes
Aunque su origen exacto se desconoce, se han encontrado vestigios que demuestran que en la antigua Grecia y Roma ya se utilizaban cubiertas, hechas con vejiga de animales, para protegerse durante las relaciones sexuales.
Obviamente, hablamos de condones muy rudimentarios y con dudosa eficacia (dejando de lado la higiene), pero constituyen un paso importante relacionado con la protección y salud sexual.
Condones formales
En el siglo XVII se elaboró el primer condón fabricado con lino o seda, llamado, curiosamente “la braguita”.
Hasta el siglo XIX estos preservativos fueron perfeccionados, pasando a ser elaborados con caucho.
Se le atribuye al médico inglés Charles Goodyear la vulcanización del caucho, que permitió la producción en masa de los preservativos, lo que ayudó a su aceptación y popularidad.
En un inicio su finalidad era evitar la procreación, pero a partir del siglo XX, con el descubrimiento de enfermedades de transmisión sexual venéreas como la gonorrea o la sífilis, fueron más recomendados y pasaron a elaborarse de látex, material más resistente y seguro.
Condones actuales
Hay condones de diversos materiales, tamaños, texturas y hasta sabores.
Además, a fin de contar con una mayor protección sexual, se recomienda su uso combinado con el de algún otro preservativo.
Existen lubricantes que, combinados con condones, aumentan la comodidad y el placer sexual (ojo, se evitan los que tienen de base aceite para evitar la fricción).