Opinión

¿Cuándo es el momento de tomar terapia de pareja?

¿Cuándo es el momento de tomar terapia de pareja?
Por:  Redacción Diverso

Con frecuencia, la pareja toca la puerta del consultorio de un psicoterapeuta cuando la situación que confronta a sus miembros es insostenible, cuando la infidelidad salió a la luz o cuando la violencia entre los involucrados es exacerbada. Disimuladamente, la pareja llega a terapia con la esperanza de que el profesional arme para ellos el rompecabezas que sus protagonistas son incapaces de resolver o les diga qué hacer para sobrellevar el embrollo que ocasionaron, regularmente sin asumir responsabilidades. Nada más alejado de la realidad.

El tiempo para tomar terapia de pareja, de hecho, debería ser antes de que las personas crean que la “necesitan”. En un país con grandes retos en la salud mental, como el nuestro, la consulta psicoterapéutica se convierte en el último recurso al cual recurrir, luego de haber probado todo para restablecer y sanar el vínculo; incluidas las pláticas con amigos, la consulta de oráculos, las oraciones o el sobreanálisis.

Algunos más llegan a la cita con la intención inconsciente, pero no por eso involuntaria, de que el psicoterapeuta les dé la razón en el debate y encuentre un “culpable” de la desavenencia, incrementando así la escalada de violencia de la pareja, donde se busca la dicotomía de un ganador y un perdedor, no un verdadero ejercicio de reconciliación. El riesgo de tomar partido en la problemática es un escenario real frente a un acompañante poco preparado y sin proceso personal que le permita recuperar sus proyecciones y desmarcarse del motivo de consulta, para trabajar con una escucha activa y sin perder el propósito de su trabajo: la generación de conciencia de sus consultantes y el estímulo para tomar la responsabilidad de sus acciones.

Estar en terapia de pareja obliga a los asistentes a buscar una forma de bien resolver. Sí, y se resuelve bien sanando el vínculo o disolviéndolo. En cualquiera de los dos casos, donde el psicoterapeuta no debería decantarse por alguna de las opciones, por sus pasiones personales, se requiere un profundo examen de las heridas propias que cada uno ha llevado al ámbito del “nuestro”, ese punto de convergencia donde se crea el proyecto conjunto; por lo que es muy recomendable que antes de ingresar los dos al consultorio, cada uno de los integrantes de la relación amorosa revise sus asuntos inconclusos y cómo estos afectan sus vínculos con los demás, sobre todo si se detecta un patrón de comportamiento. Un regalo para el noviazgo, el matrimonio o la vida en común, es sanar en lo particular para ofrecer esa herramienta a lo que se comparte.

Es crucial, para el beneficio de la pareja, no fantasear sobre lo que sucederá en el consultorio de terapia y darse la oportunidad de acudir con un especialista que pueda acompañar desde la responsabilidad de saber hacerlo, con los conocimientos que se requieren para tan delicada labor. Además, es importante que los consultantes ejerciten la responsabilidad a la hora de reflexionar que el problema de la pareja es una coparticipación que, quizás, se agravó con el paso del tiempo y la omisión de ambas partes. Es probable que el gatillo lo disparara uno, pero fueron ambos quienes colocaron el arma en la mesa de centro, en medio de una tensión constante. El conflicto en la pareja es casi un acto concomitante al desinterés, falta de amor o neurosis en la que los dos participan activamente, tal vez, desde el inicio de la relación.

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