Opinión

Mitos en las relaciones LGBT+

Mitos en las relaciones LGBT+
Por:  Diverso

Las relaciones de pareja son siempre un tema por cómo es que las personas externas perciben la situación de los involucrados, así como por los rituales o características que este tipo de relación debe de tener, los cuales tienen que ver con cuestiones familiares, sociales y culturales.

Por ejemplo, en estos tiempos en que están de moda las novelas coreanas (mejor conocidas como kdramas) podemos conocer otras perspectivas de este vinculo: todo lo que para ellos implica la cercanía física (solo tomarse de la mano es en sí todo un evento) así como los besos, que solo se otorgan en ocasiones muy especiales. Creo que esta es una de las cualidades por las que este tipo de series han tomado fuerza en Occidente ya que aquí, en vez de hablar del amor romántico, se habla del carnal o del deseo sexual como máxima expresión del amor. 

Así, el anhelo de una historia de amor dulce y romántica otorga a quienes la buscan la etiqueta de “cursis”, y se les encasilla en una fantasía, como si un amor verdadero no pudiera ser parte de la cotidianidad. Si bien esto puede ser un reto para las personas heterosexuales, en muchas ocasiones se vuelve un mito para las personas del colectivo LGBT+.

Hoy en día, por ejemplo, pese a que tenemos más presencia en varios aspectos, se sigue teniendo la idea de que la libido de los homosexuales es mayor que la de las personas heterosexuales y que, por lo tanto, la única (o por lo menos la más frecuente) razón por la que buscamos relacionarnos las personas del colectivo es por el sexo. 

La literatura LGBT+ es prueba de esto, así como las temáticas televisivas alrededor del colectivo, pues en la mayoría de los casos son de corte sexual, infidelidades o, en el peor de los casos, de violencia LGBT-fóbica. Esto podría no ser considerado un problema si se tiene en cuenta que es solo “entretenimiento”; no obstante, cabe recordar que, de manera implícita, nuestra cultura se alimenta de este y lo dicho ahí se vuelve ley. Además, no olvidemos que, ante la carencia de figuras ejemplares en nuestras vidas, la mayoría adopta personajes ficticios como roles a seguir o buscar en otros, ya sean relaciones de pareja, de amistad o familiares. 

Esto se vuelve un círculo vicioso y nocivo para las personas que integramos la comunidad ya que aun cuando se tenga el anhelo de algo más formal y profundo, la falta de oportunidades hace que nos conformemos con lo que hay: encuentros casuales para distraernos de la soledad emocional, reforzando la idea de que en una relación homosexual el sexo es la única meta posible.

Esta idea social, pienso, tiene sus raíces en los vínculos de las relaciones heterosexuales, y comienza desde el hecho de que no se puede ver a un niño y una niña juntos sin sugerir que son novios, negando así la existencia de amistades entre personas de sexo opuesto, lo cual a la larga genera pocos vínculos afectivos, haciendo que nos enfoquemos solo en las relaciones de pareja y viviendo con la incertidumbre de que cualquier persona de nuestro mismo sexo se convierta en un enemigo potencial para nuestra relación. 

Por tanto, es importante normalizar que las relaciones de pareja, heterosexuales o LGBT+, tienen más aspectos que el sexual: que se pueda recurrir al abrazo de un amigo o un familiar y no solo al de una pareja, que la confidencialidad se puede dar en gran parte de nuestros vínculos y que ser amadx en nuestros momentos de vulnerabilidad también sea una característica de nuestras redes de apoyo. 

Y por último, entender que así como las personas heterosexuales sueñan con una casa, hijos o mascotas y un abrazo al terminar el día, también las personas del colectivo anhelamos algo más que pasar nuestras vidas en un antro con una pareja distinta cada noche; porque sin importar cómo nos identificamos, al final del camino todxs buscamos ser amados y respetadxs por quienes somos y no por quienes se supone que deberíamos de ser. 

Más Noticias