Desconozco si el término de “lenguaje inclusivo” sea el más idóneo (ya que sus detractores cuestionan que la “inclusión” no va por ahí), pero lo utilizo aquí debido a que su uso, bajo ese nombre, se está extendiendo y, por algunas razones considero que ha llegado para quedarse.
Sin embargo, antes de ahondar en este tema me gustaría iniciar definiendo al (bien o mal) llamado “lenguaje inclusivo” como aquel compuesto por expresiones que evitan el uso del masculino (o incluso el femenino) como marca discursiva, a fin de no generalizar y excluir (de manera intencional o no) a algunas personas.
“Sean bienvenidos” o “Buenos días a todos” son sencillos ejemplos de expresiones que, de acuerdo con el lenguaje inclusivo, son inadecuadas. ¿Por qué? Bueno, para empezar porque el uso de “bienvenidos” o “todos” sugiere que todas las personas hacia quienes se dirige dicho discurso son hombres, o al menos que son mayoría. Entonces, se usa disque por ‘respeto’ a los hombres. Sin embargo (alegan quienes están a favor de un uso más inclusivo), ¿qué pasaría si, caso contrario, en un foro la mayoría de asistentes fuesen mujeres? ¿Por qué no decir “Buenas días a todas”?
¡Ojo!, porque aquí es donde entran los acérrimos defensores de la lengua, quienes dicen que en la frase “Buenos días a todos”, el ‘todos’ incluye a hombres y mujeres por igual, y que son incluso innecesarias expresiones como “Buenas días a todas y todos” y otras similares que se te ocurran (porque así ha funcionado nuestro ‘bendito’ idioma desde hace mucho tiempo y así debe seguir funcionando). No obstante, y sin estar de acuerdo con tal respuesta, quienes abogan por el uso del lenguaje inclusivo dicen que no, que ni ‘todos’ ni ‘todas’, porque ambos términos excluyen a ciertas personas, sino que es preferible el uso de la ‘e’ o de la ‘x’, para no omitir a nadie… ¡y así todes contentxs!
Ahora sí, después de esta pequeña introducción, ahí van dos razones por las que creo que el lenguaje inclusivo llegó para quedarse:
- Vivimos en una sociedad cambiante y eso, de alguna manera, debería reflejarse también en el lenguaje. No creo que el español fuese por mucho tiempo “inclusivo” sino que el uso de la ‘o’ y de lo ‘masculino’ como normativos se debió a una mera comodidad y sin ningún trasfondo de “incluir”, y prueba de ello es que en espacios con evidente mayoría femenina (o incluso con puras mujeres) se usa (usaba) el masculino para “generalizar”.
- Así como la sociedad cambia también lo hacen las personas y es aquí donde entra el paraguas de la diversidad. Nos guste o no, y pese a que se intente dividir todo en un binarismo (hombre-mujer, heterosexual-homosexual, etc.), existe una serie de identidades y expresiones fuera de este que no podemos invalidar ni negar. ¿Te suena acaso el término “no binario”? Por si no lo sabes, se refiere a quienes no se identifican, forzosamente, ni con lo masculino ni con lo femenino. Entonces, ¿cómo nombrar a lo no binario sin el lenguaje inclusivo? ¿Serviría un “todos”, normativo, para incluir a quienes no encaja con lo heteronormativo? Lo dudo.
Tal vez, el principal problema del lenguaje inclusivo es que no existen reglas (de común acuerdo) respecto a su “uso correcto”; pero creo que es algo en lo que se está tratando de trabajar. El primer paso, que es hablarlo y ponerlo sobre la mesa, ya se dio; así que sí, insisto, el lenguaje inclusivo llegó para quedarse.