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“La tapatía”, la canción de ligue gay que hace un homenaje a Guadalajara

El Personal y su forma irreverente de mostrar las relaciones homosexuales en una ciudad “conservadora”

Contraportada del disco "No me hallo" de 1988, con Alfredo Sánchez, Pedro Fernández, Julio Haro, Andrés Haro y Óscar Ortiz.  Especial
Contraportada del disco "No me hallo" de 1988, con Alfredo Sánchez, Pedro Fernández, Julio Haro, Andrés Haro y Óscar Ortiz. Especial

“La conocí en la Central, comprando un birote descomunal, por la Calzada yo me fui, siguiendo sus pasos me perdí, en San Juan de Dios la encontré, y en el mercado me la ligue…”, dicen las primeras estrofas de una canción “La tapatía”, de El Personal, banda icónica del rock mexicano de la década de los años ochenta.


La composición es de Julio Haro, vocalista y letrista de la banda, que para describir sus aventuras de conquista gay en la “conservadora” ciudad de Guadalajara, elaboró un recorrido por los lugares, comida, tradiciones y modos de los tapatíos.

“Nos subimos al par vial, visitamos Catedral, la pasee por todo el Centro, nos clavamos muy adentro. Vimos bicis vimos motos, y en la calle muchos jotos. Caminamos por la Juárez, rumbo al Cine Variedades”, sigue la canción.
 

La historia de El Personal es corta, pero muy sustanciosa para el rock nacional, pues a pesar de sólo haber grabado un disco con la alineación original, su legado e influencia siguen vigentes con las nuevas bandas.
 

Julio Haro y el baterista Pedro Fernández, nunca ocultaron su preferencia y se declararon abiertamente gays, tenían VIH y eso en ese momento histórico era una sentencia de muerte, pues los medicamentos antivirales eran escasos y caros en el país. Pero eso no mermó su labor creativa y de activismo por los derechos LGBT+.
 

Así, el disco “No me hallo”, publicado  en 1988, donde se incluye “La tapatía”, fue un hito para la música, pues su fusión musical y propuesta de letras abrieron ventanas para que nuevas bandas se atrevieran a usar instrumentos como el melodeón o la caja de ritmos electrónica, también buscarán otras opciones en sus letras.
 

Varios músicos y artistas contemporáneos  a Julio señalan que en “La tapatía” están los lugares más emblemáticos para ligar o simplemente pasear en el Centro de Guadalajara, que quienes vivieron en esa época conocían ese circuito especial para las “jotitas”.
 

“La lleve a unos antojitos, le brillaban los ojitos, se comió cuatro tostadas, ocho sopes, un pozole, tres tamales con atole, y diez estrellitas heladas, ahí fue donde me dijo, ¿Sabes que quisiera mijo? Que antes de que yo me vaya, cómprame una jericalla. En Guadalajara fue, donde yo me enamore, donde yo me enamore”, concluye la canción.

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