Glamour, moda, activismo e inclusión. Estos son quizá las principales banderas que el concurso de Miss Universo (MU) ahora ondea en un mundo que cada vez se preocupa en ser cada vez más inclusivo y enfocado también en diversas causas sociales, especialmente ahora que ha cambiado de dueño.
Fue el pasado mes de octubre que la empresaria tailandesa Anne Jakkaphong Jakrajutatip, una mujer trans de 43 años, dio a conocer que había adquirido la franquicia de Miss Universo, y con ello las símiles de Miss USA y Miss Teen USA.
Anne ha señalado en más de una ocasión su intención de lograr que MU no sólo sea un referente de moda y belleza a nivel mundial, sino que también se convierta en un referente de empoderamiento femenino y de inclusión LGBT+, intenciones que han sido sumamente respaldadas por diferentes organizaciones y activistas.
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Venida de un país en el que la cultura de los certámenes de belleza es inmensa, Anne tomó las riendas de Miss Universo entrando por la puerta grande. No sólo le dio un aspecto más personalizado, sino que también cambió las reglas para poder aspirar a ser Miss Universo, mismas que, aunque no han sido por todos sus franquiciantes, sí han marcado un precedente importante en la inclusión de la comunidad LGBT+ en los certámenes de belleza.
Entre las principales reglas que Jakkaphong modificó y que llamaron más la atención se encuentran:
1) Las mujeres con hijos y casadas ya podrán participar, y 2) Mujeres embarazadas o amamantando también tendrán oportunidad de inscribirse. El requisito anterior a la administración de Anne era no estar casadas y no haber estado embarazada. 3) Mujeres divorciadas tendrán permitido participar.
Cabe señalar que, además, desde 2013 la organización tiene permitido participar a las mujeres trans, permisión que ya tiene un precedente que data de 2018 con Ángela Ponce, la primera mujer trans en pisar Miss Universo.
No obstante, el hecho de que Anne, quien también es parte del colectivo LGBT+ y se dedica al activismo, sea la nueva dueña de MU ha propulsado a varias mujeres a cumplir su sueño sin importar si han nacido biológicamente como mujeres o no.
“La sociedad no quería abrazar la diferencia, pero adivinen qué… yo también los amo, desde el fondo de mi corazón he elegido no rendirme. Convertí el dolor en poder y convertí las lecciones de la vida en sabiduría. Este escenario, que se llama Miss Universe, es donde podemos elevar a todas las mujeres para que se sientan bien y para que nunca jamás sean convertidas en objetos”, señaló en su discurso como la nueva dueña del certamen.