El cine mexicano tiene un punto de quiebre en 1978, pues fue la primera vez que en la pantalla grande nacional se proyectó un beso entre dos hombres, fue en la película “El lugar sin límites”, del director Arturo Ripstein. La icónica escena se da casi al final de la historia cuando “La Manuela” y “El Pancho”, interpretados por los primeros actores Roberto Cobo y Gonzalo Vega, están bailando y luego de una serie de sensuales movimientos, la tensión sexual estalla con el beso entre ambos personajes.
La película está basada en el libro del mismo nombre del escritor chileno, José Donoso, se publicó en 1966. La historia se sitúa en el cabaret de un pueblo en decadencia, donde los hombres van a gastar el poco dinero que tienen el prostíbulo que atienden “La japonesita” y “La Manuela”. Es en ese contexto de prohibición es que se da el momento para el beso.
Roberto Cobo explicaba que la escena se ensayó 19 veces, hasta que el director encontró la toma que reflejaba el momento intenso que estaban viviendo los dos hombres, también captó el deseo reprimido del macho cuando “El Pancho” dice la frase “Un hombre debe ser capaz de probar de todo”.
El film de Arturo Ripstein recibió cuatro premios Ariel que otorga la Academia Mexicana, también fue y laureada en el prestigioso Festival de San Sebastián (España), está basada en la novela homónima del escritor y periodista chileno José Donoso.
El primer beso gay en el cine mexicano fue al inicio de una época de apertura en las producciones nacionales, a partir de ahí la homosexualidad se trató sin el tabú impuesto por el Gobierno y la moral de las familias mexicana. Esa apertura siguió y el llamado cine de ficheras vivió su esplendor con centenares de películas que de forma pícara presentaban el mundo erótico del México del Presidente López Portillo.